EL MANDATO A LOS ESPOSOS




Los esposos deben amar a sus esposas La Palabra de Dios les aconseja a los maridos “Vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil” (1ª. Pedro 3:7) ”Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la iglesia Efesios 5: 28-29)

Muchas esposas están anhelando sentirse amadas por sus maridos y esa esperanza se va volviendo una esperanza postergada y muchas veces olvidada porque lo único que encuentran es dureza e indiferencia de parte de ellos lo cual hiere profundamente su corazón. El esposo debe ganar el respeto de su esposa con amor. Hemos escuchado a muchos esposos decir “pero si ella sabe que la amo, no tengo porque decírselo” o “si no la amara no me hubiera casado con ella” pero sus actitudes e indiferencia lo único que demuestran es desamor.

1ª. de Pedro 3 en el verso 7 de ese capítulo es claro en manifestar que Dios escucha únicamente al esposo que honra a su esposa. Cuando un esposo no honra a su esposa como vaso frágil El no escucha sus oraciones, porque Dios no atiende al hombre que trata mal a su mujer, sino que le resiste. De esa manera el Señor protege el corazón sensible de las mujeres.

Si el Señor le dio al hombre autoridad en el hogar, también le dio responsabilidad, y El no escuchará a aquel que abusa de ese poder. El resiste al esposo para quebrantar su corazón y para que éste se de cuenta que no hace bien. Sólo aquellos hombres que amen, honren, y respeten la ternura y sensibilidad de sus esposas podrán tener comunión con el Espíritu Santo, porque el Espíritu es más sensible que las mujeres. Pero cuando son duros y ásperos con sus esposas, el Señor se aparta de ellos en sus oraciones, buscando que se humillen y arrepientan por esa dureza. Aquel que se endurece con su esposa, su corazón se endurecerá con Dios. Por eso Dios no recibe las ofrendas de los esposos desleales a sus esposas (Malaquías 2.13-14).

La escritura dice que en el principio hombre y mujer los creo. Cuando una pareja vive solamente para sus propios fines egoístas, tarde o temprano llega a vivir sin sentido, se conduce a la desilusión y al fracaso matrimonial. El deseo de Dios es que vivamos el uno para el otro, sin egoísmos, como una sola carne. Dios nos dotó de muchas capacidades a ambos, hombres y mujeres para cumplir con esta misión sagrada del matrimonio.
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