El matrimonio no cuesta únicamente el banquete, el vestido o la luna de miel. El precio real del matrimonio es mucho más profundo: ceder cuando quieres ganar, quedarte a hablar cuando quieres dar un portazo y seguir amando incluso cuando el amor parece cansado.
El matrimonio verdadero, según Dios, no es para quien necesita tener siempre la razón, ni para quien ve pedir perdón como una derrota. Mucho menos para quien cree que un “te amo” basta para mantenerlo todo de pie. Porque no, no basta con amarse; el amor verdadero necesita estar fundamentado en Dios.
🌹 El amor necesita más que palabras
Dios nos enseña que el matrimonio es un camino de entrega y servicio mutuo. Si estás pensando en casarte, pregúntate:
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¿Eres capaz de compartir tus planes, tu tiempo y tus espacios, guiado por el amor de Dios?
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¿Puedes dejar a un lado tu ego para dar lugar a la pareja, siguiendo Sus enseñanzas?
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¿Entiendes que el matrimonio es un reflejo del amor de Dios y no un escenario donde solo tú brillas?
⚖️ El matrimonio es crecimiento personal y espiritual
Casarse significa enfrentarse a las propias carencias, heridas y malas costumbres. Es un proceso que te enseña que para ser “dos” no puedes dejar de ser “tú”… pero tampoco puedes actuar como si fueras el único.
El matrimonio verdadero requiere humildad para reconocer errores, empatía para comprender al otro y compromiso para elegir a tu pareja incluso en los días grises, confiando en que Dios guía sus pasos juntos.
💡 La clave del amor duradero
Porque sí, el matrimonio es hermoso… pero solo cuando ambos están dispuestos a pagar el precio del compromiso y dejar que Dios sea el centro de su relación.

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