Ernesto Gutierrez - Conforme a su corazón


¡Que tierno es el corazón de Jesús, que amoroso y compasivo!, ¡Que paciente y misericordioso es para con todos nosotros!. Y que contraste que hay muchas veces con nuestro propio corazón. El Señor en su sabiduría nos resumió con sencillez y profundidad la regla de un verdadero seguidor suyo: “Has con los demás lo que quieras que hagan contigo” llamativamente somos muchas veces todo lo contrario, pedimos comprensión, pedimos amor y que nos escuchen y que nos quieran mucho, mucho, mucho, ¿pero hacemos nosotros lo mismo?. Me doy cuenta cuanto tardamos los creyentes en comprender las palabras del Señor, ahora me doy cuenta como Jesús llamaba la atención de sus oyentes con palabras como estas: “De cierto, de cierto os digo” o esa frase que seguro iba con énfasis: “!EL QUE TENGA OIDIOS PARA OIR, OIGA!”.
En ocasiones alguno de nosotros decimos estar necesitados de ayuda, pero en verdad no queremos revivir consejo de Dios, no nos importa realmente lo que el señor puede hacer por nosotros solo estamos buscando una respuesta rápida a nuestros problemas, queremos que Dios cumpla nuestros obstinados caprichos o de lo contrario nos vamos enojados
Cuando podemos recibir y palpar el amor de Dios, tenemos que dejarnos cautivar por este Dios tan maravilloso que tenemos. No debemos hacer menos que adorarlo, glorificarlo y amarlo cada día por su bondad con nosotros. Dios es amor y nos quiere ayudar.
Dios nos llama a que seamos sabios y que podamos responder a su bondad, pero el problema es como nuestro corazón responde a Dios.
Vemos que el problema está en la recepción y reacción nuestra. En la parábola del sembrador Jesús enseño que el sembrador salió a sembrar y sembró acá y allá y cada tipo de terreno tipificaba distintas clases de personas, de corazones. Nunca dijo que el problema este en la semilla (que es su palabra) sino en el terreno (que es el corazón) leer Marcos 4.
Lo mismo pasa en nuestro crecimiento y en nuestro progreso espiritual.
Cuando hay algo que anda mal en nuestras vidas no es porque a Dios se le acabo el poder, su luz siempre esta alumbrando y está disponible para que vengamos a ella y seamos guiados y bendecidos, su alimento espiritual está disponible, pero ¿vamos nosotros por él?, ¿permitimos que la luz del Señor nos ilumine?. ¿Creemos su palabra?.Como vemos en el libro de éxodo, el pueblo de Israel había visto señales impresionantes como las diez plagas, luego fueron guiados por la columna de fuego y la nube hasta el mar rojo y cuando parecía que ya estaba todo perdido, y como si esto fuera poco, el Señor abrió el mar en dos, ¡que evento tan impactante! ¿Imaginan ver eso?, pero yo creo que hubo algo más impactante que el mar abrirse en dos, y eso paso solo unos días después, cuando el pueblo estaba vagando por el desierto y empezaron a tener hambre y sed, y no se les ocurrió mejor idea que agarrárselas con Moisés,(Ex. 15:24; 16:1-3) comenzaron a quejarse contra moisés “!para que nos trajiste hasta acá, ahora vamos a morir por los egipcios!, etc., etc., etc.
Lo que más me llama la atención es que no hubo ni uno, ni siquiera uno que le diga a Moisés algo así como: “Moisés, ¿ahora como hará Dios para proveernos de comida, que milagro veremos? Sabemos que el mismo Dios que abrió el mar rojo nos sorprenderá con alguna maravillosa provisión.” ¡NO! nadie lo dijo, esto es tremendo por que ellos creían que Dios los saco de la tierra de Egipto para matarlos de hambre en el desierto.
Pero paremos acá, porque este mismo corazón que ellos tuvieron, es el mismo corazón que Dios quiere transformar ahora en nosotros.
A Dios no le agrada cuando reaccionamos incorrectamente, con un corazón duro e incrédulo, a Dios le ofende y duele la incredulidad como dice hebreos 3:7-19: “ Por eso, como dice el Espíritu Santo: «Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón como sucedió en la rebelión, en aquel día de prueba en el desierto. Allí sus antepasados me tentaron y me pusieron a prueba, a pesar de haber visto mis obras cuarenta años. Por eso me enojé con aquella generación, y dije: "Siempre se descarría su corazón, y no han reconocido mis caminos." Así que, en mi enojo, hice este juramento:  "Jamás entrarán en mi reposo." »
Cuídense, hermanos, de que ninguno de ustedes tenga un corazón pecaminoso e incrédulo que los haga apartarse del Dios vivo. Más bien, mientras dure ese hoy», anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado. Hemos llegado a tener parte con Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin la confianza que tuvimos al principio. Como se acaba de decir:
«Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón como sucedió en la rebelión.»
Ahora bien, ¿quiénes fueron los que oyeron y se rebelaron? ¿No fueron acaso todos los que salieron de Egipto guiados por Moisés? ¿Y con quiénes se enojó Dios durante cuarenta años? ¿No fue acaso con los que pecaron, los cuales cayeron muertos en el desierto? ¿Y a quiénes juró Dios que jamás entrarían en su reposo, sino a los que desobedecieron? Como podemos ver, no pudieron entrar por causa de su incredulidad.”
Dios nos llama a dejar la incredulidad, nos exhorta a no endurecer el corazón. Dios no puede derramar bendiciones y respuestas a quienes deciden permanecer obstinadamente en los malos deseos de un corazón duro e incrédulo.
Si Dios nos dice ciertas cosas y nos muestra que nos ama, nos ayuda y nos guía, ¿Qué pasara en el corazón del Señor cuando lo rechazamos y  no creemos lo que nos dice? No creo que nos felicite por eso, la incredulidad aleja la presencia de Dios, ahuyenta la unción, apaga y contrista al Espíritu Santo. Dios mira el corazón
Así le dijo el Señor a Samuel cuando tenía que ungir al próximo rey de Israel “No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.” (1 Sam. 16:7) A Dios le interesa el corazón y los hombres se inclinan más por apreciar las  apariencias, pero nuestra meta es ser como Jesús que no mide a las personas por cosas externas como su dinero, su trabajo, su nivel académico, ni su apariencia física.
¡Gracias a Dios por esto! Por su corazón amoroso. En el mundo es todo lo contrario, se fija y se busca continuamente alcanzar algo para ser aceptado, reconocido, etc. El Mundo tiene un “amor” condicional, en cambio Jesús nos acepta directamente sin condiciones, solo por su amor.
No importa que no seamos eruditos de la Biblia, Jesús en varias situaciones difíciles se limito a decir: "Simplemente cree y veras la gloria de Dios", o "al que cree, todo le es posible". Este el requisito de Dios, la fe que obra por el amor.

 POR: Ernesto Gutierrez
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